- ¡Lo siento mucho por su perro Rupert! – dijo ella.
- Sí, lo amaba tanto.
- Yo sé que – notó Jessica - los niños son los que aman tanto sus mascotas.
- ¡Entonces yo soy un gran niño! – dijo él y los dos empezaron reír.
- Pienso que todos somos unos niños grandes.
- Sí, yo pienso lo mismo.
- Y su novia?
- Jennis?
- Qué? – tomó un trago de su bebida.
- Todavía tienen algunos sentimientos hacia ella? – ella estaba interesada, tuvo que preguntar.
- No.
- Tengo la impresión que usted lamentaba más la pérdida de su perro que la terminación de su relación.
- Eso es – explicaba con paciencia – que mi perro murió hace dos semanas, eso pasó hace poco tiempo y terminé mi relación con Jennis hace dos años. ¡Perdón! – Hace dos años y siete meses.
- Sí, entiendo.
- Usted nunca ha tenido un perro?
- Nunca he atado con las animales.
- Usted más le gusta el baile?
- Sí, eso es.
- Eso es importante – terminó su bebida y jugaba con el vaso de una manera ordinaria, como si lo hubiera hecho cada vez que estuviera en un restaurante. Miraba la Jessica y ella se preguntaba de qué estaba pensando en esos precisos momentos.
- De qué está pensando? – tuvo que preguntarle.
- Sobre el nombre.
- El nombre? – estaba confundida.
- Y la letra J – él notó su mirada y siguió con su historia. – Tú y Jennis tienen los nombres que empiezan con la misma letra – “J”.
Ella asintió con la cabeza. - ¿Le apetecía más que mi nombre fuera Jennis?
Él negó con su mano. – No, su nombre y usted está preciosa y perfecta.
- Es un cumplido. Su nombre también empieza con la letra J – notó ella.
- Me gustaría llamarla Jess, si eso no le importa.
- ¡No, claro que no, si yo puedo llamarle Jase!
- Cómo le llamaba su ex novio? – no pudo aguantar la pregunta.
- Pues, me llamaba… muñeca, corazón, pequeña, perra, algunas veces – hermana. Era muy creativo dándome los apodos – ella lo miraba mientras decía eso. Él parecía enojado por eso.
- De verdad no sé qué decir sobre eso.
- ¡Por favor, no tiene que decir nada! – sonrió para sí. Como si reprochaba a ella misma en esos momentos… Está aquí con este maravilloso hombre que está hablando sobre su perro Rupert que murió, sobre Jannis que se comportaba como una niña malcriada, sobre los nombres que usaba Steven cuando estaba enojado, borracho o con otra mujer…
- Deberíamos hablar sobre otras cosas – dijo ella rápidamente – no quiero destruir la noche hablando sobre tu ex novia y ese desgraciado de mi ex novio.
- Sí, tenga usted razón – notó él. Dejó de rodear ese vaso en su mano.
- Cuando tenía dieciséis años leí una novela con el título “El corazón de una madre” de una escritora alemana Marie Louise Fisher, donde dice que “Uno nunca debe cavar los cadáveres porque huelen muy mal”. Lo interesante es que nosotros dos hablamos toda la noche sobre nuestros ex amores y me parece que puedo sentir un olor muy mal por eso. – ella intentaba estar de buen humor y echar algunas bromas en esta tragedia que la vida la dio vivir.
Jason Dickon, con la sonrisa en su cara empezó oler el aire que les rodeaba.
- ¡Sí, de verdad no es un buen olor! – los dos empezaron reír cuando él lo dijo. Parecía que él estaba persistente de ser honesto completamente mientras ella parecía como alguna protagonista del Carnaval de Venecia bajo las máscaras.
- A usted le gustaría visitar otro lugar, más interesante?
Entonces se fueron al casino “Maquire” donde jugaron, perdieron un poco de dinero. En algún momento de su vida, Jessica quería trabajar en algún casino como este. La cosa con este casino era que no tenía suficiente espacio para un acto de una bailarina de samba.
- ¡Es un casino bonito! – notó él, después de perdieron algo de dinero, estaban en el grupo de gente que estaban alrededor de la mesa de ruleta donde la gente jugaba con grandes cantidades de dinero y donde el grupo de gente relajado sin obligaciones estaba constantemente en el estado de expectativa que ella no pude definir.
- Me parece que ahí está una ballena al que el dinero no le importa – notó Jason cuando miró todas esas personas que estaban sentados y jugaban, el joven croupier y la gente en alrededor.
- ¡Esto vi la última vez que estaba ahí!
- Tú has estado aquí? – preguntó Jason, siguiendo lo que pasaba en la mesa.
- Sí. Pienso que esa ballena, como le llamaste, es muy rico y poderoso y muchas veces juega en esa mesa – ella le miró y sonrió - Qué le parece si nos vayamos a dar un paseo?